Érase una vez un leñador y una
leñadora que tenían siete hijos, el más pequeño de todos era Pulgarcito.
Le llamaron Pulgarcito porque cuando
nació era tan tan tan pequeño que el dedo pulgar de su mamá era mucho más
grande que él.
Los padres de Pulgarcito eran pobres
y no tenían dinero para dar de comer a sus hijos en Nochevieja.
Una noche los padres de Pulgarcito
estaban hablando:
Padre: He estado pensando
que deberíamos dejar a los niños con nuestros amigos los Millonetis.
Ellos van a alimentar, a los niños, muy bien el último día del año. ¡Los darán hasta
uvas!
Madre: ¡Yo no quiero separarme de mis
hijos! ¡Y mucho menos el último día del año!
La madre estuvo pensando durante un
tiempo y al final decidió que lo mejor sería dejar a sus hijos con sus amigos
los Millonetis. Ellos eran los únicos que podrían dar una
maravillosa cena a sus hijos.
Pulgarcito escuchó que sus padres
querían dejarlos con sus amigos los millonetis y se quedó toda la noche muy
triste, pero no contó nada a sus hermanos.
A la mañana siguiente cuando
todos habían desayunado marcharon al bosque en busca de leña para la
estufa del salón.
A pulgarcito le gustaba
muchiiiiiisimo las palomitas y fue dejando palomitas en el suelo para volver a
casa, porque no se quería quedar en casa de los Millonetis.
Toda la familia estaba recogiendo
leña cerca de una casa enorme. Era la casa de los amigos Millonetis. Los padres
sin decir nada a los niños se fueron alejando hasta dejar a los niños allí
solos.
De repente, se abrió la puerta de la magnífica casa y aparecieron Francisco y Alejandra, los amigos de los padres de Pulgarcito.
Alejandra: Hola chicos
os estábamos esperando.
Francisco: Pasar para el salón, os
tenemos una rica comida preparada.
Todos los niños menos Pulgarcito
entraron a la Casa Grande.
Pulgarcito quería irse con
sus padres. Quería pasar la Nochevieja al lado de sus padres.
Comenzó a buscar el camino de las
palomitas que le llevaban a su casa. Cuando iba de camino a su casa
se encontró a un señor vestido con un traje rojo y unas barbas
blancas.
Señor: Buenas tardes. ¿Dónde vas tu
solo?
Pulgarcito: Buenas tardes. Voy a
buscar a mis padres.
Señor: ¿Dónde están tus padres?
Pulgarcito: Están en casa. Nos han
dejado a mis hermanos y a mí en casa de unos amigos para que cenemos allí.
Pero yo me he escapado.
Señor: ¿Y porque te
has escapado?
Pulgarcito: Porque quiero cenar con
mis padres. Ellos no tienen suficiente dinero para darnos una buena cena, y
pensaron que lo mejor sería que cenáramos con sus amigos.
De repente el señor vestido de rojo y
con barba blanca sacó un billete de 500 euros y se
lo dio a Pulgarcito.
Señor: Toma esto es para tus padres,
para que os den una magnifica cena.
Pulgarcito: Muchísimas Gracias.
Usted es una magnifica persona. ¡Ojala existieran más personas como usted!
De repente el señor desapareció.
Pulgarcito siguió el camino
de palomitas hasta llegar a su casa.
Cuando llegó grito a sus padres llenos
de alegría: ¡UN SEÑOR ME HA DADO 500 EUROS, VAMOS A PODER CENAR TODOS
JUNTOS!
Corriendo se fueron a hacer la compra
para la cena. Cuando terminaron de hacer la compra, fueron a casa de los
Millonetis a decirlos a Francisco y a Alejandra que tenían dinero y
que habían hecho la compra y serían ellos quien los invitaría a
cenar.
También pidieron perdón a
sus hijos por no haberlos avisado.
Cuando llegaron a casa estuvieron
preparando la cena, colocando las mesas, las sillas....
Todos pasaron la mejor noche de su
vida.
Cuando llegaron las 12 empezaron a
comerse las uvas 1, 2,......12
Ese señor de rojo tan agradable era Papá Noel, ¿verdad? Buena actualización del cuento clásico de "Pulgarcito". Lo que más me gusta es que los padres inviten a cenar a esos buenos amigos que habían acogido a sus hijos, la amistad y la solidaridad valen oro. ¡¡Buen trabajo chicas!!
ResponderEliminarMe encanta cómo adaptáis los cuentos a las fechas en las que publicasteis las entradas.
ResponderEliminarBuen blog, Beatriz y María.